Omega
-¿Qué diablos se supone que significa eso?
-¡Yo qué sé!
-Perfora de nuevo.
-Ya recorrí todo el proceso dos veces.
-¿Crees que la "maquinita" esté pensando otra vez?
-Podría ser.
-Muy bien. Entonces, punto final y manda a la memoria lo que hayas obtenido.
Pero el suprevisor lo corrigió:
-MEDIC no sueña. Lo único que hace es asociar, mientras los individuos sueñan.
El supervisor fijó la mirada en Pattner.
-¡Santo Dios! ¿Qué diantres es eso?
-¡Yo no he tocado esa indecente cosa! -contestó, también a gritos, Pattner.
-¡Por amor de Dios! ¡La cosa no puede empezar por sí sola!
La luz roja que
indicaba terminación se encendió en la consola del programador: fin del
registro. Pattner, el programador, acababa de interrogar a la
computadora sobre el significado de los datos anteriores. La respuesta
de la máquina debía ser suficientemente sencilla, porque un adelanto
tecnológico reciente permitía a su mecanismo hacer la evaluación de
todos los parámetros de un registro. Si éste era incompleto y poco
propenso a una interpretación lógica, la computadora indicaba en
términos generales: "información insuficiente". Esta vez no hacía más
que contestar: "omega". En otras palabras, no estaba contestando.
-Omega otra vez -comentó Pattner.-¿Qué diablos se supone que significa eso?
-¡Yo qué sé!
-Perfora de nuevo.
-Ya recorrí todo el proceso dos veces.
-¿Crees que la "maquinita" esté pensando otra vez?
-Podría ser.
-Muy bien. Entonces, punto final y manda a la memoria lo que hayas obtenido.
Pattner activó el circuito de la
memoria y trató de poner las cosas en la perspectiva adecuada. Durante
los últimos meses la computadora había estado dando señales de algo muy
cercano a la irracionalidad humana. Por lo visto, la tecnología que
permitía a la computadora analizar sus propias respuestas la había
dotado también de la capacidad de establecer asociaciones libres con sus
propios bancos de memoria. Mediante el proceso de exploración de su
memoria para la recuperación de datos, la computadora había empezado a
unificar acontecimientos, al parecer sin relación mutua, hasta el grado
de hacerlos aparecer plausibles. En cierto sentido, formulaba hipótesis.
Pero con demasiada frecuencia las hipótesis aparecían expresadas en
términos casi humanos. Y, a últimas fechas, las respuestas de la
computadora parecían positivamente las de una persona malhumorada,
irracional o sarcástica.
La computadora del hospital era la
segunda en tamaño en Estados Unidos. Sólo la superaba el equipo
electrónico de la NASA. Sin embargo, su ámbito era bastante más
complejo. Los diseñadores del aparato habían construido los bancos de
memoria de manera que pudieran almacenar todos los aspectos conocidos de
la medicina. Cuando se le pedía algo podía contestar con la información
médica más trivial, e integrar las peticiones relacionadas dentro de un
registro unificado y preciso. En términos oficiales se hablaba de ella
como la Computadora Médica Integrante, y se la conocía con el
sobrenombre de MEDIC.
Una de las facetas más valiosas de
MEDIC era su tabulación y evaluación de datos a partir de los centenares
de estudios de investigación que estaban en marcha dentro del hospital y
de la universidad circundante. Día tras día se programaban y sometían a
MEDIC todos los datos obtenidos en cada uno de los trabajos de
investigación. Todos los días, al anochecer, MEDIC revisaba y evaluaba
la información para que los científicos hicieran las modificaciones o
correcciones necesarias en sus trabajos.
El espectacular desempeño inicial de
su tarea hacía que la reciente conducta errática d MEDIC fuera todavía
más desconcertante. Los programadores daban a su formulación de
hipótesis el nombre de "pensar" , y de hecho se preguntaban con toda
seriedad si realmente no reflexionaría al estilo humano. La verdad era
que establecía asociaciones libres en una sucesión mucho más lógica de
lo que podía haberse esperado, de suerte que nadie dudaba de que
estuviera produciéndose alguna forma de evolución mecánica. Lo más
difícil parecía se: averiguar por qué MEDIC empezó a pensar precisamente
en las circunstancias en que lo había hecho.
Después de semanas enteras
de trapacerías matemáticas, el equipo de programadores acabó por
elaborar un programa cuyo título fue motivo de bromas de mal gusto y
retruécanos irónicos. Se le había dado el nombre de "descubrimiento de
la unión entre acontecimientos de libre relación" (Freeyly Relating
Event Union Detection). Lo llamaban FREUD.
Freud demostró que no era una
broma y que procuraba estar a la altura de su nombre. El programa había
resultado ser todo lo que sus autores esperaban. Tabulaba todos los
acontecimientos que tenían entre sí una relación libre y los catalogaba
bajo múltiples registros. Una por una iba eliminando todas las
variables.
La respuesta se
hallaba en la información proporcionada a la computadora. Todos los
datos programados en MEDIC tenían una semejanza básica: se trataba
siempre de un hecho médico muerto, aislado, tanto del pasado reciente
como del remoto. Pero había una excepción. En un lejano rincón del
hospital estaba el único laboratorio que alimentaba a MEDIC con datos
vivos. Estos provenían de voluntarios que participaban en
investigaciones sobre el sueño. Mientras dormían, sus ondas cerebrales
se remitían a MEDIC para un análisis. Al final, Freud revelaba que la
extraña actividad "humanística" de MEDIC coincidía con las pautas de
sueño de los sujetos.
-¡Esta es una pinche máquina soñadora! -rugió Pattner.Pero el suprevisor lo corrigió:
-MEDIC no sueña. Lo único que hace es asociar, mientras los individuos sueñan.
-El problema es idéntico -insistió
Pattner-. Primero teníamos una computadora pensante. Ahora empieza a
soñar. No puede predecirse qué va a hacer después.
Como
si tratara de dar un indicio, la luz de emergencia brilló en el
tablero con su intensa tonalidad naranja. La computadora estaba
fallando. Sin dilación, Pattner aplastó su cigarrillo y oprimió el
interruptor para detener todos los circuitos. Un zumbido lento y agudo
se percibió con suavidad, en el momento en que la serie de mecanismos
dejó de funcionar. A petición de Pattner, el supervisor revisó cada uno
de los circuitos. Un repaso rápido demostró que todos debían estar
funcionando normalmente. Sin embargo, no era así. El supervisor observó a
Pattner y explicó: -
-Es la primera vez que esto sucede.Oprime el botón de anular -sugirió.
Pattner lo hizo y una unidad aislada
de la computadora empezó a trabajar. Sus cintas giraban con lentitud. En
forma simultánea, la máquina de escribir de la computadora inició sus
rítmica impresión de caracteres ante los ojos atónitos de los dos
expertos. No imprimió más que una palabra.
Flotante.El supervisor fijó la mirada en Pattner.
-¡Santo Dios! ¿Qué diantres es eso?
Pattner pulsó una serie de botones y
otras unidades electrónicas iniciaron su movimiento automático. Las
cintas dieron vuelta al unísono durante un momento y luego pararon de
protno. Apareció un nuevo registro:
Iniciar diálogo.
Pattner
y el supervisor contemplaron atónitos las letras impresas. Después,
todas las unidades de la computadora se pusieron a trabajar en forma
repentina. Sus cintas giraban con velocidad creciente, el nivel del
ruido aumentó en intensidad dentro de aquel recinto. Pronto se volvió
ensordecedor, como un rechinar desagradable de ruedas de locomotora.
-¿Oprimiste el botón de restaurar? -gritó el supervisor.-¡Yo no he tocado esa indecente cosa! -contestó, también a gritos, Pattner.
-¡Por amor de Dios! ¡La cosa no puede empezar por sí sola!
Los dos científicos se quedaron
pasmados al comtemplar el despliegue de actividad que tenían delante.
Allá, en las profundidades de sus mecanismos interiores, el cerebro de
MEDIC había vibrado con ritmos vitales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.